Odiado y amado, Frenético, loco y gris.
Con aroma a café y sin reloj para dormir.
La ciudad avanza desde temprano,
No observa los cientos de pasos
y del pasado afloran las vías
escondidas en el asfalto.
Los vestigios quedan en mis zapatos,
como el anonimato de aquellas caras
teñidas de (Im)paciencia y esquivas en la mirada.
Miles de historias pasan rápido y coladas....
En fin.
Ni mezquino, ni amigo, ni sudor, ni abrigo
es simplemente Santiago quién
cada día susurra a mi oído.
No hay comentarios:
Publicar un comentario